viernes, noviembre 22

MILONGAS PORTEÑAS

por Abel Sanabria
La Capital Mundial del Tango, Buenos Aires, ofrece en sus numerosos barrios milongas para todos los gustos a vecinos o turistas que quieran abrazarse y girar al ritmo de esta música, cualquier día de la semana y en el estilo que prefieran y, para quien quiera aprender o mejorar su baile, muchas cuentan con clases previas a cargo de renombrados profesores o simples milongueros devenidos en maestros.
Los barrios de San Telmo y Palermo son dos polos tangueros que llegan a tener más de una milonga cada noche, y si son a diferentes horarios se puede ir de puerta en puerta y bailar desde el anochecer hasta que salga el sol.
Mataderos y Villa Urquiza, reconocidos guardianes de dos estilos diferentes, pero exquisitos; en el primero prima el canyengue y el otro, más elegante y lleva el nombre del barrio, mientras en la zona céntrica se impone precisamente el «estilo del centro», un baile «chiquito» en cuanto a pasos y movimientos, debido a la gran concurrencia de sus milongas.
Tango, milonga o vals, los antiguos salones, cafés o clubes de barrio albergan cada noche una serena y sensual milonga en la que todos pueden recorrer la pista girando en estricto sentido contrario a las agujas del reloj, sin chocar a las demás parejas ni hablar mientras se baila para que todos puedan escuchar la música.
Hay tres clases de milongas: las famosas, las más comerciales -generalmente con mucha afluencia de extranjeros-; las tradicionales, donde van los mayores, muchos en pareja o en grupo, y las gratuitas, donde la calidad del piso y el sonido puede ser menor y se hace un aporte «a la gorra».
El cuarto grupo lo constituían las milongas para jóvenes, que aquí ya están en decadencia a pesar de lo mucho que impactó esa moda en otros países, con nombres como «tango nuevo» o «tango cool», que en realidad era un baile sin códigos ni estilos al que generalmente recurrían quienes tenían problemas de aprendizaje del tango argentino.
Más allá del lugar que se elija, lo ideal para poder realizar los primeros pasos de baile en una pista sin pasar papelones, es tomar previamente algunos clases para aprender la postura, el dominio del equilibrio y la forma de caminar (se pisa al revés que en los pasos comunes: punta-planta-taco)
También es bueno aprender los movimientos básicos, que son-ocho pasos sencillos que luego se combinan para forman cualquier figura, y se pueden aprender en cuestión horas, tras lo cual todo será cuestión de práctica en el terreno, lo que demandará más tiempo.
En la ciudad se ofrecen clases de baile en centros culturales y milongas, donde las lecciones, que duran una o dos horas, permiten empezar a conocer los códigos de ese mundo donde los hombres pueden ser delicados y firmes al mismo tiempo.
Las milongas se diferencias de las tanguerías para turistas no sólo en los precios, accesibles al vecino del lugar, sino en que en las segundas sólo bailan los profesionales con la participación de algún audaz entre el auditorio, que generalmente disfruta de una cena o tragos mientras mira.
En las milongas la gente va a bailar y y no a mirar, lo que no quita que haya algún show en vivo, y se manejan códigos, como el que un hombre nunca pide bailar a una dama en su mesa, sino mediante el «cabeceo» a distancia, sólo si ella primero le sostiene la mirada unos segundos.
Desde 2009, cuando el tango fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, el Teatro de la Ribera, en el barrio de La Boca, cuenta con una programación dedicada en exclusivo a la música porteña, con milongas, shows, clases y exposiciones.
En estos templos tangueros se escuchan temas clásicos o modernos: ecos de grandes figuras, como Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese o Juan D’Arienzo conviven con estilos contemporáneos, con distintas voces y armonías que dan rienda suelta a un mismo fervor.
El tango es un género cargado de historias, secretos y pasiones, que se manifiestan en las letras, en la música y en el baile, donde lo social subsume al individualismo y la armonía se logra entre todos los que participan de la reunión girando al mismo ritmo aunque sin asemejarse a un ballet, ya que cada pareja hace su baile.
Originario de la región del Río de la Plata, se erigió sobre una fusión con lejanas raíces en la cultura africana de los esclavos llegados a estas costas que se amalgamó con la de pueblos indígenas y los gauchos, para ver la luz como tal con el aporte de los inmigrantes europeos.
Esta fusión fue tan amplia que el tango no se puede comprender sin la contribución fundamental del bandoneón, un instrumento creado en Alemania para ejecutar música religiosa, pero que aquí le dio su estilo definitivo a la música de Buenos Aires.

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