por Mercedes Ezquiaga
Una serie de numerosos ensayos del historiador del arte, arquitectura y urbanismo André Corboz (Ginebra, 1928-2012) han sido publicados recientemente bajo el título «Orden disperso» por la Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes, en una compilación e introducción a cargo de la urbanista italiana Paola Vigano.
Estudioso inusual, curioso y siempre repleto de variados intereses, André Corboz es un punto de referencia importante para historiadores de la ciudad, urbanistas, arquitectos y paisajistas, así como para críticos e historiadores del arte.
Los primeros lo conocieron con la «Invention de Carouge» y frecuentaron sus numerosos y lúcidos ensayos sobre las características de la ciudad contemporánea; los segundos lo siguieron principalmente en la relectura de Canaletto y de la pintura del Setecientos veneciano.
La idea de reunir estos ensayos nació de la dificultad para seguir el trayecto multiforme de este estudioso, una antología que busca no tanto ordenar sino más bien recoger las numerosas líneas de investigación recorridas en el tiempo, una antología de «orden disperso», en palabras de Vigano.
Los escritos de Corboz surgen de múltiples ocasiones: lecciones, conferencias, seminarios en Europa y en los Estados Unidos, dispersos en revistas de historia de la ciudad, de urbanismo, de arquitectura, de historia local, de cultura general, a veces incluso han circulado mimeografiados y sin publicar.
Dividido en dos partes, el libro contiene escritos que van de la década de 1970 a la de 1990, mostrando el recorrido de un estudioso forzado a una infinidad de lecturas: Corboz escribió ensayos sobre la arquitectura moderna, la historia de la arquitectura, la fotografía de la arquitectura, la protección de monumentos, el vínculo entre el urbanismo antiguo y la ciudad contemporánea, la inserción de lo moderno en los tejidos antiguos, la historia del urbanismo.
Aquí se presentan algunos de sus textos más conocidos de historia cultural, como «El territorio como palimpsesto», en el que realiza un recorrido fascinante por la producción histórica del concepto de territorio, que articula como pocos realidades y representaciones.
Pero también se presentan textos de historia de la ciudad, como los dedicados a la grilla de la ciudad norteamericana, en los cuales son analizadas sus raíces trascendentalistas, vinculadas a la geografía y la política, a las ideologías ruralistas y a la literatura utópica del siglo XVIII europeo.
El trabajo de Corboz, casi sin traducir al castellano, ha servido en las últimas décadas de referencia en la renovación de varios campos de saber: la historia de la ciudad y el urbanismo, la geografía cultural, la crítica y la historia del arte.
El libro reúne, además, textos en los que reflexiona sobre el método en la historia («A favor de la interpretación»); y aquellos en los que relaciona la historia del arte y de la arquitectura («Pintura militante y arquitectura revolucionaria», «Geología extrapolada»).
Por último, sus páginas también están dedicadas a reflexiones de Corboz sobre una renovada historia cultural de la arquitectura («¿Han dicho `espacio´?») o una crítica de la ciudad contemporánea (para la que acuña la fórmula de «hiperciudad»).
Paola Vigano aprovecha su bella introducción para dedicar unas palabras a la juventud de Corboz, atravesada por la pasión por la música, Bach, Beethoven, Wagner, «la pasión por la poesía, hasta Mallarmé, entusiasmo que concluye con una intoxicación de Valery».
«El primer contacto con la arquitectura tiene lugar entre 1955 y 1960: ‘Saber ver la arquitectura’ (1948) de Bruno Zevi, traducido al francés por la pasión del mismo Corboz, es uno de los primeros textos que lo estimulan a introducirse en los temas que se debatían en esos años dentro de la cultura europea, que la literatura en lengua francesa no parece registrar».
Suizo y ginebrino, Corboz fue investigador en el Getty Center de Los Angeles y es autor de dos obras emblemáticas: «Invention de Carouge 1772-1792» y «Canaletto. Una Venezia immaginaria».