sábado, noviembre 23

RAPSODIA INCONCLUSA

La muestra “Rapsodia inconclusa” de la artista rosarina Nicola Costantino, que reúne las cuatro videoinstalaciones e instalaciones inspiradas en la figura de Eva Perón, que fueron el envío argentino a la 55 Bienal de Venecia de 2013, inaugura mañana a las 19 en la Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat.
Los episodios divididos en “Eva. Los sueños”, “Eva. El espejo”, “Eva. La fuerza” y “Eva. La lluvia” se despliegan a lo largo del edificio de Puerto Madero, donde permanecerán hasta el 3 de mayo, en una exhibición que apunta a la construcción de la imagen y el mito de Evita.
“La rapsodia es la forma musical del romanticismo y Eva es una heroína romántica, un personaje imposible de capturar de una sola manera”, señaló Costantino, durante la presentación para prensa, en la que agregó que buscó alejarse de “las imágenes que tienden a glorificarla o a demonizarla”.
La génesis de esta impactante obra, según explicó la artista, fue ocuparse de la historia y del mito de Eva Perón valiéndose del lenguaje propio del arte contemporáneo: “como el tema de la construcción de la identidad y la representación de alguien tan multifacético”.
“Tenía, como motivación adicional, un reservorio de recuerdos infantiles de sus discursos, su renunciamiento, su funeral… que son memorias muy emotivas. Su figura ha sido reducida a imágenes parciales, sesgadas y atravesadas por valoraciones; yo me propuse presentarla en toda su complejidad, contradictoria e inabarcable”, desgrana en el catálogo que acompaña la exposición.
En cada episodio de esta rapsodia, Costantino se mete en el cuerpo de esta heroína nacida pobre, revive situaciones históricas de una mujer emblemática de la Argentina, retrata la intimidad de una figura tan amada como odiada y se interroga acerca de cómo representar a quien vivió tan sólo 33 años.
“Idolatrada por el pueblo como nadie, Evita luchó desde su condición de clase. Inteligente, astuta; la Abanderada de los Humildes fue tan valiente como transgresora. Impregnó la vida argentina y trascendió a lo largo del tiempo. Su imagen fue tomada y usada, incluso en ocasiones banalizada a través de películas y óperas repletas de escenas que cayeron en estereotipos. Costantino lo sabe, y avanza en su obra mientras se pregunta acerca de cómo ser ella, de cómo representarla”, en palabras de Fernando Farina, curador de la exposición.
En la primera videoinstalación “Eva. Los Sueños”, una pantalla de 17 metros de largo transmite cinco momentos emblemáticos de la vida de Evita que se superponen y conviven de manera simultánea y “onírica”: la joven actriz, la hiperactiva que trabaja en la fundación, la mujer de entrecasa, vestida por Dior para el Colón y enferma, agonizando, todas representadas por Costantino.
“Cuando hice la réplica de los vestidos de Eva, aunque pueda pensarse que son de utilería, llegué a sentir un lejano resplandor de lo que ella sentía”, dice Nicola, y ejemplifica con el vestido de Dior que Evita utilizó en una gala del teatro Colón, “que es como un traje de reina”.
Siguiendo el recorrido, en la videoinstalación “Eva. El Espejo” se puede ver un dormitorio con muebles de estilo francés y el reflejo animado –encarnado por Costantino- de una Eva íntima, de alcoba, preparándose para salir a escena, pintándose las uñas, o cepillándose el pelo, vistiéndose, frente a un gran espejo de pie con marco dorado.
“Eva. La Fuerza”, tal vez la más impactante, hace referencia al mito que asegura que Evita utilizó un vestido de hierro, una estructura metálica, para sostenerla, en su última aparición pública, cuando estaba ya gravemente enferma.
Allí, Nicola presenta un vestido máquina, con pequeñas ruedas, propulsado por dos motores, que choca y se agita incesantemente, como un autómata, contra las paredes de la habitación vidriada.
En el final del recorrido, y el cierre de esta rapsodia, bajo el título “Eva. La Lluvia”, la figura de Evita desaparece y se trastoca en una montaña de lágrimas de hielo que se derrite, y que el pueblo derramó, en un día de invierno helado y lluvioso, cuando millones se movilizaron para despedirla durante su funeral.
“Es una producción muy personal. Nunca había hecho algo tan grande», dice la artista que nació en Rosario en 1964; en 1998 representó a la Argentina en la bienal de San Pablo, en 2000 su obra “Corset de peletería humana” ingresó en la colección del Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York.

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