viernes, noviembre 22

REABRIÓ EL SUNDERLAND

Sunderland, la milonga más tradicional de Buenos Aires, reabrió anoche sus puertas en el barrio porteño de Villa Urquiza, tras 50 días de clausura gracias a un «permiso especial» y para realizar un baile a beneficio del que no podían participar más de 200 personas que debe ser reemplazado por el tipo de habilitación que contaba antes del cierre de junio, lo que se determinará la próxima semana, informaron hoy los organizadores.
El permiso para volver a hacer la milonga de donde salieron los bailarines de la obra de teatro Tango Argentino que revivió el género en los ’90, lo otorgó el presidente de la Comuna 12, Juan Bautista Lavarello ante un pedido del presidente del club de Lugones 3161, de la Capital Federal, fundado en 1919.
Las actividades deportivas del club fueron rehabilitadas la semana pasada, pero el permiso para volver a hacer la milonga recién se firmó el pasado viernes “sin objeciones” por parte del Gobierno de la Ciudad, pero hasta que no se rehabilite la milonga que se llama Malena, se deberá volver a firmar cada semana.
El pasado 27 de junio la milonga fue clausurada por inspectores de la ciudad para exigirle la instalación de un nuevo sistema de mangueras anti incendio por contar con más de 1.000 metros cuadrados.
Pero la Comisión Directiva del club objetó el cierre que afectó a toda la organización vecinal al demostrar que no llegan a esa superficie por lo que no debían hacer reformas que hubieran demandado la instalación de un nuevo tanque de agua y modificar la estructura que lo sostenga, lo que es era más que oneroso.
Aún así, la rehabilitación no fue firmada la semana pasada y anoche, a partir de las 23 el club reabrió sus puertas con la figura del “evento solidario” para no más de 200 personas, pero los vecinos, los milongueros y los bailarines que llegaron de todo el mundo para el Campeonato Mundial de Tango, se dieron cita.
Fue un apoyo explícito a la institución que normalmente llevaba a los bailarines a ocupar hasta las gradas de la cancha donde se baila y anoche estaban vacías, lo que repercute en la economía de la milonga y el club de barrio.
La Comisión Directiva del club estableció ante el Gobierno de la Ciudad que no usaban un salón ubicado entre la cocina y la cancha de básquet donde se baila tango por lo que no llegaban a ocupar más de 1.000 metros cuadrados, y se comprometieron a uno usarlo para que se levante la clausura.
Sin embargo, la verificación no se hizo la semana pasada, se usó la figura del baile a beneficio para reabrir las puertas del lugar, mítico de los tangueros de todo el mundo, y el 2 x 4 se volvió a disfrutar anoche hasta esta madrugada con La Cumparsita como apertura del baile, lo que siempre se usó en el tango para anunciar el final.
Desde la clausura del 27 de junio hasta anoche, el club de barrio perdió la recaudación de seis sábados y luego de esos casi 50 días de gestiones ante el Gobierno de la Ciudad aún no tienen el tema resuelto y se teme que cuando termine el Campeonato Mundial de Tango, puedan volver a cerrar las milongas.
Hubo dos momentos culminantes para celebrar la utilización del lugar: cuando el organizador Jorge Rodriguez tomó el micrófono como maestro de ceremonias y cuando bailó su hijo, Fabián Rodriguez, tal vez el mejor bailarín de tango de esta época.
El organizador conmovió con su primera frase en el micrófono “no veían la hora de volver” y luego sostuvo que “una institución como ésta no puede estar ajena a la seguridad” pero aclaró que no aceptaba que “un lugar como éste se cierre a las tres de la mañana”.
Después sostuvo que esperaba que “ninguna milonga más pase por una clausura” como la que pasó el club y remarcó que gran cantidad de bailarines, sobre todo de Entre Ríos y Santa Fe llegaron a la ciudad con un cartel que decía “no a la clausura del tango”.
Después, el hijo del organizador apareció en la pista y bailó para hacer estallar en aplausos a los tangueros que fueron a verlo ya que está en Buenos Aires y luego el baile continuó con la renovada participación de los vecinos, también en defensa de su milonga.

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