jueves, noviembre 21

RECUPERAR LA HISTORIA DESDE LAS VOCES

«Historias con voz. Una instantánea fonográfica de Buenos Ayres a principios del XX» es el nombre de una monumental investigación de Guillermo Elías y la Fundación Industrias Culturales Argentinas que acerca al lector un capítulo de la historia porteña -entre 1900 y 1920- desde su sonoridad, un valioso documento social sobre la voz de una época en plena invención y transformación.
«El libro invita a espiar en una Buenos Aires que no tenía sonido», explica  Guillermo Elías, autor de la publicación, locutor, bibliotecario y discófilo desde los seis años, responsable de una colección de 15.000 discos de pasta y cilindros de cera, entre otros materiales fonográficos.
Sucede que en «Historias con voz» Elías se propuso cambiar la lógica del coleccionista, ligada generalmente al ámbito de lo privado: «Hasta hace no mucho tiempo el coleccionista se enseñoreaba con su objeto, como una joya sin compartir y esto es un problema porque la ambición de tenerlo no permite que circule, que la gente lo conozca».
De ahí, la publicación de la vasta investigación realizada en conjunto con la Fundación Industrias Argentinas, institución que brega por el rescate del Patrimonio Cultural, a través de distintas iniciativas que abarcan desde una muestra a la publicación de un libro. En este caso el libro puede adquirirse en la sede de la Fundación Viamonte 1430, segundo piso.
Así, la investigación se despliega en 256 páginas que recrea el clima de la Buenos Aires de 1900, acompañada por un DVD con 47 registros sonoros originales de los hechos sociales más destacados, que para el común de la gente permanecían anónimos. «Se llegaban hacer 100 o 150 copias y era una material que se rompía fácilmente;hay muchas grabaciones que no se consiguen», indica Elías.
Algunas de las postales sonoras que incorpora el libro son la primera versión instrumental del himno nacional fechada en 1902, el himno a Sarmiento en 1910 interpretado por el coro de niñas de la escuela Nicolás Avellaneda, la primera publicidad grabada en esta geografía, un discurso del diputado socialista Nicolás Repetto sobre la guerra y la paz o la voz del varón más viejo que se haya escuchado, el poeta Carlos Guido Spano.
«Te permite escuchar el sonido del organillo, dentro del conventillo cuando se pelea la criolla con el tano, los chicos haciendo batifondo, la fiesta del Centenario», agrega Elías sobre este vastísimo archivo que incluye, por ejemplo, «tangos prostibularios», como se llama a las composiciones instrumentales de esa época, pequeñas obras de teatro «cuando no existían ni la radio ni la televisión» o discursos políticos de Justo y Palacio.
Modismos, jergas, formas de expresarse, léxicos distintos a los actuales y una conversación en cocoliche completan este estimable repertorio histórico. «Por primera vez tendrá voz un tramo de la historia argentina, debido a que entonces el cine era mudo. La única forma de registro sonoro era a través de discos y cilindros fonográficos, documentos a los que no se le otorgó el valor que merecían», sostiene el autor.
En este sentido, cuenta Elías, el libro fue ideado «como parte de una trilogía: ya estaba publicado la antología de tango rioplatense que ataca ese mismo periodo pero desde la musicología, y hay otro trabajo más antropológico de Roberto Lehmann Nitsch sobre lenguas y costumbres del país. En cambio, ésta investigación es desde el punto de vista costumbrista, social».
Con ese espíritu, se rescata el alma de la ciudad porteña de aquella época a través del registro fonográfico, una época que además estuvo signada por «el momento exacto en el que la gran aldea se encuentra con los grandes inventos, como la aviación y los subterráneos». En toda esa ebullición de tecnología, los artistas de la fonografía (como se llamaba a los técnicos) quedaron olvidados frente a la rápida aparición de la radio.
«Desde la irrupción de la fonografía en Buenos Aires-, una nueva posibilidad de comunicación se pone en escena, el cilindro y el disco contribuyen de manera afectiva al conocimiento de culturas, antes remotas o distantes. La experiencia del sentido del oído, logrando abolir las distancias».
Por eso, imagina y resume Elías, el libro tiene en el horizonte a lectores que pueden ser «coleccionistas, historiadores, estudiantes de locución o de Derecho, por ejemplo», pero en definitiva a todos aquellos argentinos que quieren «recorrer la historia oral a través de sus propios protagonistas».

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