«Decir Feria implica decir comercio. Esta es una Feria de la industria y no de la cultura aunque la misma se adjudique este rol. En todo caso, es representativa de una manera de entender la cultura como comercio en la que el autor, que es el actor principal del libro, como creador, cobra apenas el 10% del precio de tapa de un ejemplar», dijo el escritor Guillermo Saccomano al abrir la 46 Feria Internacional del Libro, que no contó con el tradicional discurso inaugural del director, Ezequiel Martínez.
Con un discurso crítico en torno a la compleja situación editorial del país y ante un auditorio que lo seguía atento en el Salón El Central de La Rural donde se celebraba el regreso de la Feria tras dos años de ausencia, producto de la pandemia, Saccomano señaló que «a la escasez de papel, producto de la pandemia y el aumento en los costos de energía en el mundo, se le suman en nuestro país los problemas habituales: la industria del papel es oligopólica, el papel se cotiza en dólares, y aun cotizando en dólares, tiene inflación y ningún tipo de regulación desde el Estado».
Luego describió las dos empresas que manejan la industria del papel en nuestro país: «Una es Ledesma, propiedad de la familia Blaquier Arrieta, una de las más ricas del país, apellidos vinculados con la última dictadura en crímenes de de lesa humanidad, además de relacionados con la Sociedad Rural, escenario en el que hoy estamos. La otra empresa es Celulosa Argentina. Su directivo es el terrateniente y miembro de la Unión Industrial José Urtubey, conectado con la causa Panamá Papers. Los oligopolios han producido menos por problemas internos y por la pandemia. Y cabe destacarlo: han destinado su producción a papel para embalar o para cajas, y no tanto al papel de uso editorial. Para hacer un libro de unas 160 páginas, con una tirada de 2.000 mil ejemplares, se necesitan entre papel interior y papel de tapa más de 150.000 pesos de inversión».
Como contraoferta, propuso tomar la idea de un editor independiente y crear una papelera con participación del Estado, recicladores urbanos y cooperativas, aunque, dijo: «Por supuesto, como no ocurrió en el escándalo Vicentín, es improbable que suceda esta intervención».
«Decir Feria implica decir comercio. Esta es una Feria de la industria y no de la cultura aunque la misma se adjudique este rol. En todo caso, es representativa de una manera de entender la cultura como comercio en la que el autor, que es el actor principal del libro, como creador, cobra apenas el 10% del precio de tapa de un ejemplar», dijo el autor de libros icónicos como «Cámara Gesell».
“¿Es una paradoja o responde a una lógica del sistema que esta Feria se realice en la Rural, que se le pague un alquiler sideral a la institución que fue instigadora de los golpes militares que asesinaron escritores y destruyeron libros? En lo personal, creo que esta situación simbólica refiere una violencia política encubierta”, dijo Saccomano, que asumió ser el primer escritor que cobra por inaugurar la Feria. «El prestigio con el que habitualmente se le pagaba a los responsables del discurso inaugural, no es excusa para desechar el trabajo intelectual. (…) No creo que mencionar el dinero en una celebración comercial sea de mal gusto. ¿Acaso hay un afuera de la cultura de la plusvalía?», cuestionó.
La decisión de habitar un espacio como La Rural, asociado a esos apellidos que fueron cómplices de la última dictadura cívico militar, fue también criticada por Saccomano: «La Feria siempre me generó tensión. Y no sólo porque uno se se topa con un injuriante pabellón Martínez de Hoz, que homenajea al esclavista y saqueador de tierras indígenas, antepasado del tristemente célebre economista de la última dictadura. Decir Feria implica comercio. Esta es una Feria de la industria, y no de la cultura aunque la misma se adjudique este rol. En todo caso, es representativa de una manera de entender la cultura como comercio».
«La crisis que afecta a la industria es tanto una realidad como la de quienes, a pesar de las dificultades colectivas y personales de toda índole, persisten en la escritura y creen que, si bien la escritura no puede transformar el mundo, puede hacerlo un poco mejor», expresó Saccomanno y sentenció «Conviene quizá que lo aclare: la literatura que me interesa, trátese de ensayo, poesía, narrativa, ilumina, perturba, incomoda y subvierte. «Queda claro que a esta Feria le importan más los libros que más se venden, que, como es sabido, suelen ser complacientes con la visión quietista del poder».