por Natalia Concina
Expulsados de su país por cuestiones económicas, la inmigración senegalesa en Argentina es un fenómeno sin precedentes que arrancó en la década del 90 y continúa hasta hoy -con altos y bajos en el flujo-, aunque esta población no puede obtener su permiso de residencia porque no está contemplada dentro de los criterios que establece la ley migratoria nacional.
«La migración senegalesa comienza a arribar a la Argentina en la década de los 90, en el marco de la convertibilidad económica, lo que favorecía el envío de dinero. Sin embargo, la misma se prolongó hasta la actualidad», sostuvo la cientista social e investigadora del Conicet Gisele Kleidermacher, dedicada al estudio de la migraciones africana.
La investigadora explicó que «en las calles porteñas pueden observarse vendedores ambulantes que provienen de diversas nacionalidades del África Subsahariana, cada una de ellas con trayectorias migratorias distintas: nigerianos, marfileños, malienses y senegaleses».
En este marco, Kleidermacher describió que dentro de los migrantes de África, «la población de origen senegalés es la más numerosa, aunque su número es muy pequeño en comparación con otras migraciones internacionales ya que se estima que apenas alcanzan las 3.000 personas en todo el territorio nacional».
De los testimonios recogidos para sus investigaciones, la cientista social llegó a la conclusión de que la gran mayoría de los migrantes de esa nacionalidad son hombres jóvenes que vienen solos en busca de mejores condiciones laborales y envían las remesas a su país; se dedican mayoritariamente a la venta ambulante y no forman parte de redes de trata ni tráfico de personas.
Respecto de por qué se dedican en su mayoría a la venta ambulante, Kleidermacher explicó que «no se trata de una mafia ni de explotación intracomunitaria, sino que es un trabajo que suelen realizar muchos de ellos en Senegal y al cual pueden acceder fácilmente al llegar a la Argentina».
La situación de residencia de la colectividad es, como la de otros migrantes provenientes de países africanos, muy diversa.
«Durante la década de los 90 muchos africanos comenzaron solicitando su condición de refugiados por cuestiones políticas o sociales en el Acnur (el organismo de la ONU para los refugiados). Pero luego esta vía de ingreso y permanencia se cortó», indicó Carlos Álvarez, referente de la Agrupación Xangó.
En 2013, la Dirección Nacional de Migraciones aprobó «un régimen especial de regularización de extranjeros de nacionalidad senegalesa y dominicana con la finalidad de facilitar y agilizar la regularización de personas de estas nacionalidades que se encuentran en el país».
«Este proceso del que participaron muchas organizaciones permitió la obtención de la residencia transitoria y permanente de muchos inmigrantes hasta mediados de años. Pero quienes llegaron después o no llegaron a presentar los papeles se encuentran todavía en una situación difícil porque no ingresan en ningún criterio de la ley migratoria», señaló por su parte Camila Carril, subdirectora de Migrantes de la Defensoría del Pueblo porteña.
Carril detalló que existen además muchos migrantes que no tienen siquiera el permiso transitorio -que se conoce como «residencia precaria»- porque ingresaron a la Argentina por Brasil u otros países limítrofes.
«Es importante que los inmigrantes conozcan sus derechos; en primer lugar nadie puede amenazar a una persona con ‘expulsarla’ o ‘deportarla’ sin que haya una orden firme de expulsión dispuesta por un juez», sostuvo.
En este contexto, la Defensoría, además de acompañar el proceso de regularización de decenas de inmigrantes a través de la obtención de la ciudadanía, emitió un folleto reciente que «bajo el título de «ningún ser humano es ilegal» en el que detalla los derechos de los inmigrantes y cómo proceder en el caso de que la policía exija documentación.
«La migración senegalesa comienza a arribar a la Argentina en la década de los 90, en el marco de la convertibilidad económica, lo que favorecía el envío de dinero. Sin embargo, la misma se prolongó hasta la actualidad», sostuvo la cientista social e investigadora del Conicet Gisele Kleidermacher, dedicada al estudio de la migraciones africana.
La investigadora explicó que «en las calles porteñas pueden observarse vendedores ambulantes que provienen de diversas nacionalidades del África Subsahariana, cada una de ellas con trayectorias migratorias distintas: nigerianos, marfileños, malienses y senegaleses».
En este marco, Kleidermacher describió que dentro de los migrantes de África, «la población de origen senegalés es la más numerosa, aunque su número es muy pequeño en comparación con otras migraciones internacionales ya que se estima que apenas alcanzan las 3.000 personas en todo el territorio nacional».
De los testimonios recogidos para sus investigaciones, la cientista social llegó a la conclusión de que la gran mayoría de los migrantes de esa nacionalidad son hombres jóvenes que vienen solos en busca de mejores condiciones laborales y envían las remesas a su país; se dedican mayoritariamente a la venta ambulante y no forman parte de redes de trata ni tráfico de personas.
Respecto de por qué se dedican en su mayoría a la venta ambulante, Kleidermacher explicó que «no se trata de una mafia ni de explotación intracomunitaria, sino que es un trabajo que suelen realizar muchos de ellos en Senegal y al cual pueden acceder fácilmente al llegar a la Argentina».
La situación de residencia de la colectividad es, como la de otros migrantes provenientes de países africanos, muy diversa.
«Durante la década de los 90 muchos africanos comenzaron solicitando su condición de refugiados por cuestiones políticas o sociales en el Acnur (el organismo de la ONU para los refugiados). Pero luego esta vía de ingreso y permanencia se cortó», indicó Carlos Álvarez, referente de la Agrupación Xangó.
En 2013, la Dirección Nacional de Migraciones aprobó «un régimen especial de regularización de extranjeros de nacionalidad senegalesa y dominicana con la finalidad de facilitar y agilizar la regularización de personas de estas nacionalidades que se encuentran en el país».
«Este proceso del que participaron muchas organizaciones permitió la obtención de la residencia transitoria y permanente de muchos inmigrantes hasta mediados de años. Pero quienes llegaron después o no llegaron a presentar los papeles se encuentran todavía en una situación difícil porque no ingresan en ningún criterio de la ley migratoria», señaló por su parte Camila Carril, subdirectora de Migrantes de la Defensoría del Pueblo porteña.
Carril detalló que existen además muchos migrantes que no tienen siquiera el permiso transitorio -que se conoce como «residencia precaria»- porque ingresaron a la Argentina por Brasil u otros países limítrofes.
«Es importante que los inmigrantes conozcan sus derechos; en primer lugar nadie puede amenazar a una persona con ‘expulsarla’ o ‘deportarla’ sin que haya una orden firme de expulsión dispuesta por un juez», sostuvo.
En este contexto, la Defensoría, además de acompañar el proceso de regularización de decenas de inmigrantes a través de la obtención de la ciudadanía, emitió un folleto reciente que «bajo el título de «ningún ser humano es ilegal» en el que detalla los derechos de los inmigrantes y cómo proceder en el caso de que la policía exija documentación.