sábado, noviembre 23

SIMÓN BOLIVAR

UNA SOLA PATRIA PARA LOS AMERICANOS

Por María Casalla

El 17 de diciembre de 1830, en medio de una soledad absoluta, moría Simón Bolívar en Santa Marta, Colombia. Se cuenta que mientras agonizaba repetía con tristeza «nadie entendió nada».

Su lamento, seguramente, se refería a la imposibilidad de alcanzar la unidad continental para Nuestra América desde la concepción de una sola Nación: «Una sola debe ser la patria de todos los americanos». En lugar de esa unidad, tuvimos que someternos a la balcanización y el coloniaje de nuestros pueblos, pagando caro el precio de ser una nación civilizada, perdiendo la mayoría de las veces nuestra soberanía económica, política y cultural.

Bolívar recuperó la voz de los sectores populares en los procesos de independencia, luchó por abolir la esclavitud, incorporar a los sectores relegados por las oligarquías criollas locales dándole la «ley de leyes, la igualdad». Su propio ejército estaba conformado por negros, mulatos, mestizos, zambos, llaneros.

Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios Ponte y Blanco, El Libertador, había nacido en Caracas el 24 de julio de 1783. Su familia, de origen vasco, tuvo una buena posición dentro de la aristocracia caraqueña.

Sus padres murieron de tuberculosis a corta edad de Bolívar, quien queda al cuidado de unos de sus tíos con el cual tenía una difícil relación, por lo que en su adolescencia deja la casa de su tutor para irse a vivir con una de sus hermanas. Por esos años establece un estrecho vínculo con su maestro Simón Rodríguez (quien definía a Bolívar como un pupilo «travieso, voluntarioso e insufrible»).

Será Rodríguez quien acrecentará en Bolívar sus ideales independentistas y humanistas. A los 14 años ingresa al Batallón de Milicias de Blancos en Aragua, en el que desarrolla una destacada formación militar e intelectual.

Finalizados sus estudios, viajará a España para seguir formándose y conoce a la que sería su esposa María Teresa con quien se casa en mayo de 1802. Ambos regresan a Caracas ese mismo año y tiempo después su esposa enferma.

Bolívar regresa a París, donde comparte con su maestro Simón Rodríguez la lectura de los clásicos y recorre Italia en su compañía. Se cuenta que en el Monte Sacro jura libertar a América.

Regresa a Venezuela en 1807 y empieza a idear junto con otros militares y amigos la futura independencia de su país.

Con el apoyo de Francisco de Miranda -ideólogo y visionario de la Independencia de América- arma el proyecto para la construcción de una gran nación llamada «Colombia».

Frente al Congreso Constituyente de Venezuela, reunido el 2 de marzo de 1811, Bolívar declama «pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana. Vacilar es perdernos». Meses después el Congreso declara la Independencia de Venezuela.

Sin embargo, la primera República se frustra a consecuencia de las profundas divergencias internas. El proceso de emancipación no era entendido de la misma manera por las masas criollas acomodadas, que debían su poder a un sistema de castas cuyo privilegio recaía en las clases nativas de origen blanco.

Bolívar trató de conciliar estas corrientes en pos de la construcción de un proyecto continental plural, concebido desde las propias idiosincrasias de las naciones que lo integraban. Recién en el año 1821 Venezuela podría proclamar su independencia definitiva.

Los años previos a su muerte Bolívar se dedica a convocar a los gobiernos de Latinoamérica a un Congreso que habría de reunirse en Panamá con el propósito de constituir la Gran Confederación. El congreso se realizó en 1826, pero para ver en marcha ese proceso de unidad hemos tenido que esperar casi dos siglos.

Hace pocas semanas fuimos testigos de un hito histórico del cual Bolívar se hubiera sentido orgulloso. La conformación CELAC -como alternativa a la panamericana OEA- cristaliza el proyecto bolivariano. Y allí está Simón, inspirándonos para que siga creciendo.

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