viernes, noviembre 22

VESTIR LA NACIÓN

El libro «Vestir la nación», de la investigadora argentina Regina Root, analiza el lugar de la moda en la Argentina entre la Revolución de Mayo y fines del siglo XIX, dejando al descubierto un entramado cultural que mixtura las costumbres de la época con el devenir de una política cuyo objetivo era pulverizar el régimen colonial para dar lugar a los ideales emancipatorios.
«Este ensayo postula que la indumentaria y la retórica sobre la moda articulan identidades colectivas a partir de emociones poderosas que a veces se afilian con persuasiones políticas», dice la autora.
Root es experta en los estudios sobre la moda. Entre sus obras se encuentran «The Handbook of Fashion Studies» y «The Latin American Fashion Reader». Actualmente enseña Estudios Hispánicos en la Universidad de William y Mary en los Estados Unidos.
– ¿Cuándo surgió su interés por explorar los vínculos entre la moda y la política?
– Solicité una beca de la Comisión Fulbright y viajé a la Argentina para mi investigación en los años 90. Pasé tiempo en archivos y museos, volviendo casi cada año para seguir creciendo con el proyecto, aunque ya en otras publicaciones presenté fragmentos de la historia de la moda argentina y latinoamericana.
– El hecho de que la vestimenta adquiriera en el proceso de la historia de la Nación connotaciones políticas tan significativas le da un cariz muy identitario ¿Está de acuerdo con esta percepción?
– Sabía que el ensayo iba a tener un carácter político al proponer la lectura de varios textos censurados decimonónicos. Pero llegué a entender la urgencia y el sentido de crisis experimentado por figuras como Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento.
Sólo hay que leer las revistas La Moda o El Iniciador para encontrar resistencia en las descripciones de la moda de entonces. Y hay ejemplos audaces: la divisa punzó, el peligro de usar las barbas en forma de U para unitarios, los mensajes políticos puestos discretamente en sombreros de copa o el peinetón. Estos podían atraer el castigo público o la muerte.
– Pareciera que esta identidad se va resignificando en la medida que el lazo entre historia y moda va atado a los vaivenes de nuestro proceso de emancipación…
– Sí, creo que sí. Durante la época de Rosas, varias mujeres comenzaron a usar modas que afirmaban su presencia en público. La idea fue desbaratar las prácticas autoritarias de los dirigentes que habían combatido la opresión española para luego negar a las mujeres y otros sectores su emancipación.
También arguyo que el potencial de la moda para sugerir una agencia creativa sigue inspirando a autores, diseñadores y artistas como las obras de Enrique Breccia y María Silvia Corcuera Terán. Ellos usan símbolos de la conciencia política para reconsiderar la fractura de la memoria y reformular dogmas de identidad colectiva.
– La importancia de la vestimenta fue crucial para diferenciar a los jóvenes patriotas de los partidarios del colonialismo español pero también marcó la lucha entre unitarios y federales ¿La moda es una forma de dejar explícitamente marcado el disenso?
– Sí, en la época de Rosas, se obsesionaban por la inmensidad de los peinetones, era como si faltaran las palabras al describir la idea de que las mujeres parecieran haber invadido la arena pública y presentado un gran obstáculo para los hombres.
– ¿El uso de los grandes peinetones se dio también en el interior del país?
– El peinetón creció de una manera muy orgánica a partir de 1825, un fenómeno predominantemente urbano sobre todo en Buenos Aires y Montevideo. Esta moda registró la presencia de mujeres interesadas en una participación más activa, cuando los políticos privilegiaban los conceptos de libertad, igualdad y ciudadanía mientras que se relegaban a las mujeres en el ámbito al hogar y no se les daba ningún reconocimiento político.
El peinetón ayudó a visualizar la idea de que las mujeres debían tener un papel participativo en el proceso de construcción nacional. Pero cuando llevaron su visión de independencia a las calles, la prensa no tardó en recordarles que sus coronas a la moda les conferían un reinado sobre las obligaciones domésticas y no sobre el dominio público.
– ¿Cómo influyeron las revistas de moda en la difusión de los derechos de las mujeres, en el relato de su propia historia?
– Muchas escritoras comenzaron sus carreras como editoras y columnistas de artículos sobre costumbres. Rosa Guerra, Juana Manso de Noronha, Juana Manuela Gorriti y otras con descripciones de las últimas modas francesas, se propusieron temas muy audaces para la época, como la igualdad de los sexos y la educación popular.
Con anterioridad, la retórica de la moda había sido usada por hombres, quienes a veces se disfrazaban con seudónimos femeninos para presentarse a favor causas independentistas y luego en contra del régimen rosista. Uno puede imaginar la urgencia con la cual se escribía en la época del conflicto civil. El disfraz que representa usar seudónimo inspiró a varias escritoras, quienes también tomaron la pluma para escribir ensayos sobre la situación nacional.
– En el caso de la Argentina los discursos sobre la moda -incluidos en el ideario social- no se condicen con las pocas prendas y telas que perduran a lo largo del tiempo ¿A que atribuye esta falta?
– Mi impresión es que hay muchos variables si deseamos ofrecer algunas hipótesis. La naturaleza de los textiles era frágil porque se desintegraban fácilmente. En el siglo XIX se poseía muy pocas prendas. Cuando ya no se utilizaba cierta prenda se solía repensarla o alterarla, usándola hasta que caía en desuso, cuando se regalaba como reliquia de familia o se donaba a una caridad. A veces se quemaron fragmentos de textiles usados por razones de frío o enfermedad. El clima en algunas regiones pudo estropear ciertos textiles más rápidamente que otros…
Con las guerras de independencia y la guerra civil entre unitarios y federales, muchos reciclaron lo que encontraban en el campo de la batalla. Ciertas telas y cintas eran un lujo que se compartían en en fiestas patrias y seguro que hay más variables para explorar.
– ¿Por qué hay tan poco material sobre este tema y es tan difícil recabar datos a pesar del reconocimiento de su importancia?
– Sólo en las décadas recientes se ha considerado la importancia de la historia de la moda argentina y latinoamericana. Con la globalización se descentralizaron los grandes centros de la moda y en la actualidad uno podría asistir a una semana de moda cada semana en varias partes del mundo.
Claro, esto ha tenido impactos económicos y turísticos. Y ha tenido el efecto de abrir mucho más este campo de estudio. Con los bicentenarios en varios países creo que muchos académicos se dieron cuenta de los límites de los antiguos estudios sobre la historia de la moda.
La moda se relegaba antes a las márgenes de la investigación académica; recuerdo que tuve que convencer a mi comité doctoral en la Universidad de California, en Berkeley, de su importancia antes de la publicación de varios textos primordiales en ese campo.
Cuando terminé la tesis, me dediqué a la creación de una comunidad intelectual que, con representantes de todo el mundo, ha crecido desde 2000. Con mi volumen «The Latin American Fashion Reader» (2005) pude reunir voces representativas en el área; esto ha seguido con el trabajo colectivo de Ixel Moda (Colombia) y, en los últimos años, algunos hemos colaborado con el MICA de Argentina.

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